sábado, 25 de julio de 2009

¿Porqué el dialogo interreligioso?

Autor: Dr. David Alberto Frol.

Abogado, Titulado en la Universidad Abierta Interamericana. Posgrado en Organizaciones Sin fines de Lucro de la Universidad San Andrés, Torcuato Di Tella y el Centro de Estudios de Estado y Sociedad. Especialista en Comunicación y Posgrado en Comunicación con Causa Social de la Universidad Belgrano. Miembro del Consejo Argentino para la Libertad Religiosa y participe del proyecto educativo social “Formación de líderes en y para el Dialogo Interreligioso”.

David Alberto Frol.

davidfrol@gmail.com



Palabras del Autor:

Reflexiones de un madrugado mormón que cree saber algo sobre el dialogo interreligioso, pero que esta engañado. Dedicatoria: A mis compañeros del Dialogo Interreligioso, al cuerpo directivo y académicos; quienes me mostraron con inteligencia, con amor y con mucha paciencia, los “porque” del dialogo interreligioso.




REFLEXIONES.

No intento definir, fundar, declarar, citar, inventar en absoluto sobre el dialogo interreligioso, intento solo reflexionar partiendo de una experiencia vivida a lo largo del año con quienes realmente saben del Dialogo Interreligioso y además de atreverse, fueron generosos y compartieron algo de esta materia conmigo.
Corro con la ventaja y darme el lujo de poder equivocarme y/o contradecirme con ideas poco afortunadas o sin sentido, pues solo intento reflexionar plasmándolo en una hoja de papel, la que puede ser posteriormente utilizada en mi contra, sin objeción ninguna de mi parte.
Al compilar estas ideas y registrar estos pensamientos, busco agitar nuevas reflexiones en mi propia mente y si acaso fuese posible en alguna otra persona a fin de enriquecernos mutuamente, en un juego que parece ser inocente, pero sobre un tema que ha generado en la historia desde las más violentas batallas, hasta las más bellas y generosas acciones humanas; a las que apuesto en este escrito.


¿PORQUÉ EL DIALOGO INTERRELIGIOSO?

Porque es de Naturaleza Divina. En principio puedo pensar que el dialogo es de naturaleza divina. Desde los días de Adán Dios ha manifestado su intención de dialogo con el hombre, lo ha ratificado incontablemente manifestando su voluntad a través de la vos de sus profetas y lo ha reiterado cuando en persona misma enseño a sus discípulos los pasos de la oración como medio de comunicación y dialogo con nuestro ser supremo. “Aquello que me habéis visto hacer, esto también haréis vosotros”; pues entonces nos lo ha legado con su ejemplo para que nosotros lo utilicemos como herramienta de paz y como un don de humildad entre sus hijos.

Así las cosas, como hijos de Dios, el dialogo interreligioso es una actitud del espíritu. Siendo este solo el principio de un camino construido individual y/o colectivamente, por conocimiento reciproco y por el conjunto de relaciones interreligiosas positivas. Dicha construcción virtuosa emancipa las almas de prejuicios, afianza valores compartidos, promueve el intercambio y la colaboración común en momentos de trascendencia vital.

Porque es una herramienta. Me agrada pensar el termino como una herramienta en manos del artista, quien con destreza logra combinar o “convenir”, distintos materiales, de diversas características, usos y origen, ajustando sus partes cuidadosamente, aprovechando de cada una sus diferenciaciones, sus virtudes y posibilidades a fin de lograr en esta armonía, una delicada pieza; con capacidad propia de transmitir a su receptor el mensaje de su belleza intrínseca.

Porque es armonía. Dos personas que acuerdan intentar el dialogo interreligioso, parten buscando una armoniosa relación. ¿Por qué armoniosa?, pues si no hubiera dicha búsqueda armoniosa, no hay espacio para encontrar canales que produzcan un intercambio que los enriquezca, que los encuentre.

Porque es comunicación. El dialogo interreligioso es plena comunicación; algo similar al fenómeno biológico que nos permite asimilar las sustancias nutritivas que sostiene nuestra vida. Mediante este proceso, nuestro cuerpo se alimenta y fortalece; pues bien, mediante el fenómeno de la comunicación nos permitimos asimilar en la conciencia, estados cognitivos, emocionales y conceptuales, descubriendo necesidades mutuas, gustos, preocupaciones, etc.

Personas comunicadas, aun con los más breves flashes gesticulares, podrán percibir las manifestaciones psíquicas del dialogante. Un silencio expresara todo cuanto es necesario saber, un gesto será poesía. Cuando hay comunicación no hay barreras entre los espíritus, se entienden porque el uno está compenetrado con el otro, hay un intercambio amplio y profundo de todas sus emociones.

La comunicación es la que invoca al dialogo entre los distintos grupos y líderes religiosos, es la que promueve la relación entre los creyentes de distintas tradiciones, la que expresa testimonio en sus frutos y beneficios.

Porque es trabajo. Entiendo que quienes intentan un dialogo en el ámbito de lo religioso, deberán trabajar; trabajar fundamentalmente aspectos como el entendimiento entre opiniones diferentes, o contradictorias. Deberán ajustar ideas, revisar conceptos, comprender pareceres, a fin de comunicarse. Un trabajo “bien hecho”, nos conducirá a un dialogo interreligioso productivo.

Porque es percepción. En el aula, especialmente con jóvenes, me agrada utilizar ocasionalmente las ideas que suelen esconder una u otras imágenes que recibimos periódicamente por red electrónica. A primera vista con obstinación unos perciben una imagen y otros otra muy distinta. Advertimos en dichas experiencias el concepto de la distropía.

La distropia es una distorsión de los estímulos sensoriales en la percepción cognitiva. Algunos patrones sensoriales determinan que las personas perciban diferentes gamas de colores, olores, sonidos, sabores, etc. Estos patrones condicionan y diversifican las percepciones ideatorias y sensoriales, modificando las aptitudes cognitivas. Estas distorsiones llamamos "distropías".
Bajo estos patrones, toda persona es distrópica, por eso, percibimos diferentes aspectos de lo que otros perciben de su entorno. La diversidad sensorial involucra cualquier abstracción artística, psicológica o de la realidad, y aún cuando sean ajenas o ilusorias con respecto a la de sus semejantes, no dejan de ser evidentes a sus sentidos, ni excluyen la capacidad sintónica de su percepción.

Cada persona percibe una parte del todo. Si se desea tener “nociones” del todo, es indispensable conocer las otras partes, y estas sólo son percibidas por quienes están en posiciones diferentes y aún cuando no sean iguales a nuestras percepciones, constituyen aspectos opuestos de la misma realidad.

Es así que, muy a pesar de las convicciones personales, cuando intentamos el dialogo interreligiosos nadie tiene completamente la razón, ni nadie deja de tenerla por completo. Para coordinar esta complejidad de las percepciones sensoriales y extrasensoriales, es indispensable la voluntad del diálogo motivado por el interés de entender el por qué de las diferencias y divergencias que unas y otras personas manifiestan en sus opiniones y pareceres.

Porque es búsqueda común de valores. El diálogo no es un mecanismo de negociación de partes, no es mediación, no es una conciliación de creencias. Mis expectativas sobre lo que debe ser son mucho menos pretenciosas pero no por ello menos significativas. El dialogo debe ser un proceso de enriquecimiento y conocimiento mutuo. Como interesados deberíamos alejarnos de cualquier pretensión de poder, reemplazándolo por la más humilde conciencia en miras de una búsqueda común de valores, dejando de lado lo que divide en una acción constructiva en bien de todos los seres humanos.

Porque es tiempo y espacio. El diálogo es una manifestación de fe y de esperanza. Debe darse en el tiempo presente, aquí sobre la tierra; en momentos difíciles, en aquellos de paz, en la vida cotidiana, entre los medio más simbólicos y entre los tejidos sociales más complejos. El momento histórico en el que se da, la coyuntura económica y la ideología política imperante, son todos datos de la realidad esenciales para interpretarlo correctamente.

Porque es un medio. El diálogo no es un fin en sí mismo. Es un medio para construir puentes de respeto y comprensión. La participación activa en el diálogo lleva a una comprensión de las tradiciones religiosas propias y ajenas. Nos induce a una reflexión sobre las formas en que hemos interpretado nuestras propias tradiciones en el pasado, sobre la base de nuevos paradigmas. El diálogo es una nueva forma de experiencia espiritual que nos ayuda a profundizar y afianzar la fe en sus distintas manifestaciones. Cuando se toma en serio el dialogo, la finalidad no es eliminar las diferencias ni despreciarlas, sino establecer relaciones de confianza en el respeto de esas diferencias.

El dialogo nos induce privilegiar la reflexión, por sobre cualquier argumento, el dialogo alimenta el sincero deseo de proponer ideas que nos libere de cualquier sujeción o traba dogmatica.
Porque es una práctica constante. El diálogo, es una práctica, es tiempo, paciencia, constancia, humildad, reconocimiento, respeto, comprensión, hacia aquellos que consideramos el otro. Aun cuando sus resultados no llegan temprano o son difíciles de percibir, estas virtudes son esenciales para alcanzarlos.

Porque es un camino. ¿Es el dialogo un solo camino? Si así lo fuera, por lo menos seria de varias vías y distintos sentidos, pues en el diálogo, escuchamos, comunicamos, aprendemos, pero enseñamos a la vez como entendemos nuestra propia fe y la del otro. Avanzamos con respeto mutuo, y toda vez que sea necesario retrocedemos para interpretar y comprender. Dejando de lado prejuicios, proselitismo, y la crítica injustificada, habrá confianza para conocerse y encontrarse, que son la base de toda sana relación.

Porque es diversidad. El diálogo contiene la diversidad de modo y forma, conlleva pues el respeto por la integridad estructural de cada tradición religiosa. Podrá cada una representarse en nombre de ella o desde la individualidad personal de quienes la integran. Asimismo el diálogo deberá ser incluyente de distintos sectores de la sociedad, velando por no caer en una actividad elitista, o de alcance limitado. Además, ¿las diferencias son un obstáculo? Renunciar a lo distinto, seria caer en un relativismo que hace a todo igual. La cultura, el sexo, la edad, la raza influyen sustancialmente en la naturaleza y el estilo de las relaciones, por lo que, cuando vivimos en el valor de las diferencias entonces debemos hablar, eso es el dialogo.

Porque es participación. El compromiso y la activa participación de quienes integran un proyecto de dialogo, lo fortalece. Por ello, desde un principio, además de incluir a quienes participan, en el proceso de planificación se deberá, fijar objetivos claros, convenir criterios de participación y realizar evaluaciones periódicas, en beneficios de una convivencia productiva.

Porque es generosidad. La incapacidad para comprender las razones ajenas y un falso concepto de verdad unilateral conducen a una infructuosa discusión y polémica de unos contra otros, frustrando cualquier oportunidad de comunicación empática. Como lo mencione precedentemente, una actitud egoísta nos impide conocer las dos caras de la moneda. Esta actitud unilateral, nos dejara en evidencia respecto de nuestras capacidades para comprender razones, privando a nuestros interlocutores de expresar sus opiniones, fundar sus pareceres, manifestar sus sentimientos; en fin derriba puentes, clausura canales, cierra ventanas hacia los temas que nos vinculan.

Aun con las mejores intenciones, no estamos exentos de tropezar con dificultades en el dialogo interreligioso y en las relaciones entre individuos y comunidades. En el sentido más inocente, la inexperiencia, la desconfianza, la vacilación o la indiferencia pueden inhibir o postergar el dialogo. Inexplicablemente, algunos sujetos parecerían inducir actitudes opuestas respecto de los valores inherentes a la cultura y a la ética del diálogo.

Porque es futuro. La comunicación entre los seres humanos ha evolucionado partiendo desde los gestos y voces más rudimentarias hasta las modernas y ricas expresiones idiomáticas e informáticas del presente. Desde las palomas mensajeras a la transmisión satelital de señales sonoras e imágenes. Sin perjuicio de dichos avances tecnológicos, la mayoría de nosotros demostramos en no pocas ocasiones la incapacidad de comunicarnos con nuestro entorno familiar y social.

Mirando al futuro debemos asumir la responsabilidad que nos toca, alejándonos de toda justificación y autocompasión. En este sentido, necesitamos con humildad tomar responsablemente la iniciativa en una actitud proactiva, participar activamente y actuar con inteligencia. Es el momento de redoblar nuestros esfuerzos para construir puentes entre las distintas comunidades religiosas evitando todo antagonismo. En los días que nos toca vivir corremos con “desventajas”, pues con la tecnología informática se globalizan los conflictos. La gente percibe el conflicto, que una vez era lejano, en la puerta de su casa. De manera que cualquier odio u enemistad, en la aldea, se hace propia. De este modo, un acto de violencia cometido en Asia, Europa, o América, indistintamente será utilizado en nuestra contra, recreando espacios para modelos de intolerancia, y venganza en cualquier parte del mundo.

Porque es paz y reconciliación. El dialogo interreligioso y sus relaciones debe ser el vacilo o la vacuna que nos inmunice de divisiones comunitarias, sociales, raciales, etc. No me hayo lejos de la verdad pronunciar que muy a menudo se relaciona a las distintas comunidades religiosas como directamente involucradas en la violencia. Por ejemplo, los medios periodísticos más sensacionalistas o “laicistas” aprovechan esto, acentuando todo conflicto étnico como religioso.

Debemos evitar alimentar cualquier actitud de quienes desean manipular y aprovecharse de la religión. Lo religioso ha sido vehículo de los más profundos y nobles sentimiento de sus individuos y de las comunidades, es por ello que debemos promover inteligentemente en todo lugar y tiempo, la construcción de caminos, borrando divisiones; el acercamiento de criterios distintos, alejándonos de los extremos inconciliables; aceptar lo distinto, reconociendo identidades; consagrar valores, minimizando diferencias.

Los medios de telecomunicación tienen el deber de cumplir el rol protagónico de coadyuvar en la educación y conformación de valores éticos y morales, en la enseñanza de buenas costumbres de vida que sean capaces de corregir errores que generan tensiones sociales. Pero comenzando por casa, como hombres y mujeres del dialogo, nos toca un compromiso contributivo en acciones concretas generadoras de la paz y reconciliación.

Porque es convivencia. Hay una marcada movilidad social que ha hecho que más personas de comunidades religiosas tengan que convivir en sociedades de distinto color. Por lo tanto, cuando utilizamos herramientas para el diálogo y el encuentro, hay posibilidades de promover un mayor conocimiento y conciencia entre los creyentes de diferentes religiones. La historia nos dice, la experiencia nos indica que hemos errado vituperando el carácter distintivo y la diversidad de las individualidades. Nos equivocamos cuando en virtud de una búsqueda legítima de identidad construimos ambientes hostiles hacia personas de otras religiones y culturas.

Porque es libertad. El Estado no es un agente religioso, pero debe crear las condiciones básicas, justas, para que todo ciudadano pueda desarrollar libremente su propia búsqueda de la verdad. Este concepto surge de los derechos fundamentales de la persona humana, y esta intrínsecamente unido al “bien general”. En este sentido, el Estado debe garantizar la libertad positiva del dialogo, en la que cada participante es considerado como actor de la comunidad, manifestando su identidad e impronta personal. Negar a sus ciudadanos religiosos el acceso a dicha magnitud positiva es una clara negación al pluralismo en el dialogo, pues un verdadero pluralismo se funda sobre el reconocimiento del patrimonio moral social diverso de cada uno de sus integrantes.

En los días que vivimos, en muchos países, los Estado garantes de una sociedad civil plural y religiosa, requieren de los grupos religiosos una mayor responsabilidad y cooperación. La situación social que enfrentamos hoy hace imprescindible girar a lo religioso. Las religiones han sido constructoras del sentido de la existencia misma del hombre, son fuente de su moral, y enfermeras del tejido social. Más, para cumplir con autoridad con su objeto, es indispensable buscar senderos que nos conduzcan a caminos de relaciones firmes y duraderas sin conformarnos solo con el mero encuentro. El dialogo entre ellas y con el estado debe derivar en consensos morales básicos para una convivencia social y política, evitando mutuas manipulaciones. Urge la concientización del pluralismo religioso, del valor que ocupa la religión en la vida pública así como en lo privado.

Porque es coherencia. En el ámbito del dialogo interreligioso debemos ser conscientes de cualquier expresión o discurso religioso ambiguo. Las organizaciones tradicionales religiosas manifiestan su credo mediante la fe, la sabiduría, el amor y la compasión. Mas algunos de los hombres que la integran (o dicen pertenecer) trasquilan la doctrina con acciones demenciales que nada tienen que ver con ella. Estos, aprovechando su situación de poder utilizan sus estructuras reproduciendo en ocasiones modos de opresión y discriminación, cooperando con sistemas apartados ostensiblemente de toda piedad. La historia, nos ha mostrado en todo el abanico religioso, sin importar tiempo y lugar, que dichas tradiciones y en muchas etapas, han sido utilizadas por hombres que contradijeron sus más virtuosos principios, en favor de sus más viles mezquinos intereses. Por ello, en honor a esta búsqueda somos llamados a vivir de conformidad con los más nobles ideales de la tradición a la que pertenezcamos.

Porque es consistencia. Vivimos en un mundo en donde su autor está presente y entre personas que lo leen, lo interpretan y hablan en su nombre. Viven buscando el propósito de la vida y la felicidad en y por su nombre. Por lo que, afianzados en nuestra fe, y centrándonos en un espíritu fraternal de amor, debemos aperturarnos a las distintas manifestaciones de fe, con actos de devoción, de servicio desinteresado, promoviendo con humildad, pero con no poco ímpetu, la no violencia, la paz y las virtudes humanas más profundas.

Porque es prevención. Es muy prudente pensar que el diálogo interreligioso no representa al médico que trata al paciente en su estado terminal, sino a nuestro médico de cabecera, aquel a quien recurrimos a lo largo de la vida, quien nos conoce y atiende nuestras dolencias resolviéndolas en sus distintas etapas y estadios. Toda consulta, todo análisis, y diagnostico realizado a tiempo como mecanismo de precaución, es un medio de prevención para los momentos críticos. Es así que toda relación de confianza, dialogo y trabajo mancomunado entre personas de diferentes religiones, en momentos de bonanza, se pueden transformar en el mejor antídoto en periodos críticos. Es importante sumar, a lo largo y ancho del planeta, a más personas con voluntad de diálogo y pacificación, capaces de ver soluciones, donde otros solo pueden ver dificultades, capaces de ver oportunidades, en donde otros solo ven limitaciones, capaces de crear en momentos de destrucción, capaces de participar activamente en momentos de anomias generalizadas

Porque es humildad. Como en toda comunicación, el dialogo es el encuentro de dos interlocutores, por naturaleza cargados de un precedente (equipaje), que a veces puede ser muy pesado al momento del los intentos de participar en el mismo. Somos responsable indirectos de ese equipaje y por lo que llevamos dentro o hayamos dejado de lado. Nuestros interlocutores lo harán notar, lo tendrán presente, será un limitante directo en este intento de acordar, de convenir. Esto es inevitable en la mayoría de los casos, pero sano de algún modo, pues son en la mayoría de los casos, aquellas revisiones del pasado que una vez dichas y aceptadas con humildad, nos permiten recorrer el camino más ágilmente, con una carga mucho más ligera.

Porque no es hegemonía. Pensar en un único o exclusivo modelo de dialogo, o intentar sujetar distintas expresiones a una sola jerarquía, es negarse a infinitas oportunidades que nos ofrece el dialogo. Puede haber expresiones más convenientes, ágiles u oportunas, pero no por eso mejores que las demás. Bueno es flexibilizar nuestros antecedentes, a fin de responder a cada circunstancia haciendo lo mejor que podamos.

Un modelo hegemónico para el dialogo solo desalienta a quienes desean con honestidad entablar un diálogo interreligioso. Así percibido, genera descreimiento, desazón y distanciamiento.
Un modelo más inclusivo es como la semilla sembrada deliberadamente en tierra fértil, una esmerada atención del labriego, y la combinación de elementos adecuados, producirán la credibilidad del dialogo, para que las personas con posiciones divergentes establezcan una relación de respeto mutuo y apertura, examinando las cuestiones que las dividen.

Porque es igualdad. Las comunidades suelen compartir una misma lengua, y una misma cultura. El estado, a través de sus leyes otorga a sus súbditos los mismos derechos civiles y políticos, sin embargo, las prácticas pueden estar muy lejos del espíritu de estas. Alianzas políticas en detrimento de unos, o el proteccionismo estatal discriminatorio en contra de otros, condicionan seriamente toda motivación al dialogo.

Toda comunidad religiosa (sea pequeña o multitudinaria) debe pensarse como un miembro de la “aldea religiosa”. No podemos desatender los efectos de la desigualdad en esas relaciones de poder, sean objetivas o subjetivas. El dialogo interreligioso debe producir oportunidades para forjar lealtades, buscando siempre, acciones conjuntas, el bien común y la participación sin exclusión alguna.

Porque es cotidianeidad. Situaciones concretas de la vida cotidiana brindan oportunidades de encuentro con personas de religiones diferentes: casamientos interreligiosos, amistades personales, oraciones con un objetivo común, la paz o el fin de una determinada crisis. La ocasión, bien podría ser una fiesta nacional, una festividad religiosa, una asamblea escolar y otras reuniones en el contexto de las relaciones y el diálogo interreligioso.

Porque es renacimiento. La generación del siglo XX ha considerado a lo religioso casi sistemáticamente como un fenómeno en decadencia, o especie en extinción. Sin embargo, y contrastando los hechos de la historia, los pronósticos no se han producido, por el contrario, hay evidentes signos en sentido inverso. No es asunto para esta ocasión enumerar los hechos sobre lo que se funda, mas cabe mencionar que el fenómeno globalizador ayudo a este nuevo espíritu en una actitud de renovación a la vida religiosa y sus valores fundamentales. Así mismo, este fenómeno nos hace vecinos, convivir nos obliga a reflexionar, nos obliga al dialogo, por lo que cada día que pasa somos menos diferentes; como miembros de una misma familia nos encontramos frente al mismo espejo de necesidades y problemas. No podemos seguir viviendo prescindiendo de los demás, por lo que el dialogo interreligioso se convierte en una necesidad a promover en su más amplia y más noble forma. Con todas sus dificultades, y con toda su riqueza, podemos ayudar y adquirir nuevas perspectivas sobre nuestra fe y la de los demás.

Porque es una oportunidad. No es fácil, muchos critican este dialogo e incluso llegan a creer que es inútil o peligroso. Seguro que el contexto actual nos ofrece a todos una buena oportunidad para purificar las intenciones, mejorar los métodos y multiplicar las actividades.

El mundo y la comunidad religiosa globalizada necesitan urgentemente de mas dialogo, de relaciones armoniosas que promuevan la libertad religiosa, la sana reciprocidad y la promoción de la paz. Por medio de la educación, la búsqueda de valores comunes y compartidos, y la colaboración reciproca, constituiremos nuevas y futuras generaciones de comunidades más solidarias, memos antagónicas, respetuosas de los valores de la convivencia.

Estoy seguro que se ha trabajado arduamente a lo largo de los años buscando encontrar puntos de apoyo en común, a fin de promover el dialogo interreligioso entre las comunidades religiosas y/o en la vida cotidiana. Con optimismo y mucha esperanza el dialogo puede encender voluntades que produzcan generosas acciones de cooperación, de reflexión y encuentro. La comunicación y el dialogo entre los hijos de Dios no es una opción, es un don vital que bendice nuestras vidas, las de nuestros semejantes y principalmente las generaciones del futuro.

David Alberto Frol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario